- •Ven a verme
- •Viejo Rathaus
- •Igor parecía avergonzado por esto.
- •Igor miró los dibujos otra vez.
- •Incluso el acobardado retador farfulló con los demás a coro:
- •Informalmente, la visita era también una manera delicada de asegurarse de que tomara su medicina y de que no estuviera notablemente loco.
- •Igor estaba esperando junto a la puerta de calle cuando el Dr. Hopkins llegó a ella. Le saludó con la cabeza.
- •Varios se secaron el sudor de sus ojos y trotaron hacia el podio, aliviados por escuchar cualquier tipo de orden, mientras que detrás de ellos los Aplazadores aullaban.
- •Veo las perillas de color que se mueven...
- •Igor tenía que admitirlo. Cuando se trataba de hacer cosas raras, los sensatos derrotaban a los locos.
- •Igor le miró furioso, pero tomó las botellas.
- •Igor se puso tenso. Nunca antes había escuchado ese tono en la voz de Jeremy. En la voz de un amo, era un mal tono.
- •Igor se cuadró rígidamente, tan derecho como podía lograr el promedio de los Igors, y casi cerró la puerta detrás de su señoría mientras salía aprisa del edificio bajando los escalones.
- •Igor realmente tenía las manos de su abuelo. Y ahora se estaban cerrando en puños, completamente por sí mismas.
- •Igor retorció la cara y golpeó su sien un par de veces con la palma de la mano.
- •Igor hizo una mueca. Con respecto a su equipaje, los contadores eran probablemente peores noticias que los abogados.
- •Igor hizo una mueca, pero había que pensar en el Código.
- •Vio que el Dr. Hopkins trataba de poner la taza en los labios de Jeremy. El muchacho se puso las manos sobre la cara y lanzó un codazo a la taza, derramando la medicina a través del piso.
- •Igor miró desde él hasta Lady LeJean y hacia él.
- •Volvió a mirar las botellas, y una idea espontánea surgió en su mente.
- •Varias docenas de Auditores los estaban desarmando en sus moléculas componentes.
- •Ignore este cartel.
- •Volvió sobre Susan una mirada como una lanza térmica.
- •Investigó el tazón de su pipa con un fósforo.
- •Voy a esperar aquí durante un rato.
- •Incluso con turrón, puedes tener un momento perfecto.
- •Notas al final
Igor tenía que admitirlo. Cuando se trataba de hacer cosas raras, los sensatos derrotaban a los locos.
Había estado acostumbrado a amos que, a pesar de hacer maravillosos pinos sobre el borde de la curva de la catástrofe mental, no podían ponerse sus propios pantalones sin un mapa. Como todos los Igors, había aprendido cómo lidiar con ellos. En verdad, no era un trabajo difícil (aunque a veces tenías que trabajar en turno noche) y en cuanto estaban asentados en su rutina podías continuar con tu propio trabajo y no te molestarían hasta que necesitaran levantar el pararrayos.
Con Jeremy no era así. Era realmente un hombre por el que podías poner tu reloj en hora. Igor nunca había visto una vida tan ordenada, tan reducida, tan puntual. Se encontró pensando en su nuevo amo como en el Hombre Ticktock.[16]
Uno de los amos anteriores de Igor había hecho un hombre tic-tac, todo palancas, engranajes, manivelas y mecanismo de relojería. En lugar de un cerebro, tenía una larga cinta con agujeros. En lugar de un corazón, tenía un gran resorte. Siempre y cuando todo en la cocina estuviera muy cuidadosamente ordenado, la cosa podía barrer el piso y hacer una taza de té pasable. Si todo no estaba ordenado cuidadosamente, o si la cosa chasqueante daba un golpe inesperado, entonces pelaría el yeso de las paredes y haría una furiosa taza de gato.
Entonces su amo había concebido la idea de hacer que la cosa viviera, para poder agujerear sus propias cintas y ajustar su propio resorte. Igor, que sabía exactamente cuándo seguir las instrucciones al pie de la letra, diligentemente improvisó el clásico dispositivo tabla-creciente-y-pararrayos una noche de una muy buena tormenta. No vio exactamente qué ocurrió de allí en adelante, porque no estaba ahí cuando el relámpago le dio al mecanismo de relojería. No, Igor estaba en una carrera a toda vela a medio camino colina abajo, hacia el pueblo, con todas sus pertenencias en una bolsa de alfombra. Aún así, un engranaje candente zumbó sobre su cabeza y se enterró en un tronco.
La lealtad a un amo era muy importante, pero tenía el segundo lugar detrás de la lealtad a los Igors. Si el mundo iba a estar lleno de criados tambaleantes, entonces serían condenadamente bien llamados Igor.
A este Igor le parecía que si pudieras hacer un hombre tic-tac vivo, él sería como Jeremy. Y Jeremy estaba marchando más rápido, a medida que el reloj se acercaba a la terminación.
A Igor no le gustaba mucho el reloj. Era una persona con don de gentes. Prefería cosas que sangraran. Y mientras el reloj crecía, con sus trémulas piezas de cristal que parecían no estar completamente aquí, Jeremy se ponía más absorto e Igor más tenso. Definitivamente, algo nuevo estaba ocurriendo aquí, y mientras que los Igors eran ávidos de aprender cosas nuevas, había límites. Los Igors no creían en conocimientos prohibidos y ‘Cosas Que Se Supone Que El Hombre No Debe Saber’, pero obviamente había algunas cosas que un hombre no debía saber, tales como qué se sentía al tener cada partícula del cuerpo chupada en un agujero pequeño, y eso parecía ser una de las opciones disponibles en el futuro inmediato.
Y entonces estaba Lady LeJean. Le ponía los pelos de punta a Igor, y él no era un hombre sujeto ni siquiera al menor pelo de punta. Ella no era una zombi y no era un vampiro, porque no olía como uno. No olía a nada. En la experiencia de Igor, todo olía como algo.
Y estaba el otro asunto.
—Ssuss piess no tocan el ssuelo, sseñor —dijo.
—Por supuesto que sí —dijo Jeremy, limpiando parte del mecanismo con la manga—. Estará aquí otra vez en un minuto y diecisiete segundos. Y estoy seguro de que sus pies estarán tocando el suelo.
—Oh, algunass vessess lo hassen, sseñor. Pero obsserve cuando ella ssube o baja loss esscaloness, sseñor. Ella no lo hasse exssactamente bien, sseñor. Ussted puede ver ssombra bajo ssuss ssapatoss.
—¿Sapatos?
—Ssuss piess, sseñor —suspiró Igor. El ceceo podía ser un problema, y en verdad cualquier Igor podía arreglarlo fácilmente, pero era parte de ser un Igor. Uno también podía dejar de cojear.
—Vaya y espere listo junto a la puerta —dijo Jeremy—. Flotar en el aire no la hace una mala persona.
Igor se encogió de hombros. Estaba considerando la idea de que no significaba que fuera una persona en absoluto, y a propósito estaba algo preocupado porque Jeremy parecía haberse vestido con un poco más de cuidado esta mañana.
Decidió en éstas circunstancias no abordar el tema de su contrato, pero había estado reflexionando. ¿Fue contratado antes de que su señoría hubiera encargado a Jeremy hacer este trabajo? Bien, por lo que se veía, ella conocía al hombre. Pero lo había contratado en Bad Schüschein. Y él se había puesto en el coche del correo ese mismo día. Y resultó que Lady LeJean había visitado a Jeremy ese día también.
Lo único más rápido que el coche del correo entre Uberwald y Ankh-Morpork era la magia, a menos que alguien hubiera encontrado una manera de viajar por el semáforo. Y Lady LeJean apenas parecía una bruja.
Los relojes de la tienda estaban ocasionando un aluvión de ruido para señalar el paso de las siete cuando Igor abrió la puerta principal. Se anticipó al llamado como siempre lo hacía.12 Ésa era otra parte del Código de los Igors.
La abrió completamente.
—Dos pintas, señor, encantadoras y frescas —dijo el Sr. Soac, pasándole las botellas—. Y un día como éste dice nata fresca, ¿verdad?