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Пособие - Акинфиева, Царева 2-е издание испр. и....doc
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08.11.2018
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Esquema de integración

Pero la vuelta a la democracia de la mayoría de los países que durante unos años vivieron en dictadura ha dado nuevos alientos a la coo­peración económica regional, y tanto EEUU como la CE estaban alentando este proceso desde el firme convencimiento de que la mayoría de los Estados latinoamericanos tenían una dimensión económica insuficiente si no se agruparan con otros en algún tipo de esquema de integración.

Los ejemplos más claros de este renovado aliento son el Tratado de Asunción, del 26 de marzo de 1991, por el que Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay establecieron el Mercado Común del Sur (Mercosur), y el Área de Libre Comercio (NAFTA), 1993, integrada por México, EEUU y Canadá.

Mercosur, el tratado - breve en cuanto a su número de artículos - es ambicioso respecto a su objetivo de alcanzar la libre circulación de bienes, servicios y factores productivos en el área regional - sin gravámenes y restricciones no arancelarias - en un período de transición que culminó el 31 de diciembre de 1994 y en cuanto a establecer dos órganos de integración (el Consejo de Mercado Común y el Grupo Mercado Común, que cuenta con una Secretaría Administrativa con sede en Montevideo), así como en su empeño en con­solidar un gran espacio económico y en lograr la adecuada inserción internacional de sus estados miembros, respaldada en la creación, por cierto, de un Arancel Externo Común.

Está ya hoy muy claro que el horizonte para que el Mercado Común del Sur consiga despejar sus incógnitas no es fácil. La situación económica (paro, productividad, comercio recíproco y complementariedad económica, situación de las balanzas de pago, etcétera) y financiera (diferentes ritmos de inflación, estabilidad de tipos de cambio, endeudamiento externo, etcétera) es distinta en los cuatro Estados, y, por si ello fuera poco, existe una notable asimetría entre el peso económico de los cuatro Estados (Argentina, 32 millones de habitantes y trigésimo país del mundo en cuanto a dimensión de su PIB; Brasil, 145 millones y décimo país; Paraguay, 4 millones y centésimo país, y Uruguay, 3 millones y oc­togésimo país).

Voluntad política

A pesar de todo ello, hay una voluntad política decidida que ha permitido superar viejos temores y avanzar por una línea de esperanza integradora. Es cierto que los cuatro Estados integrados no hacen cesión de soberanía a favor de los órganos comunes del Mercosur al es­tablecerse que todas las decisiones deben adoptarse por consejo y no por simple mayoría, y es cierto que habrá, aún, que esperar el plazo de 60 días que el Tratado de Asunción establece para que el Grupo Mercado Común (que es el órgano ejecutivo del Mercado Común y que es coordinado por los ministerios de Relaciones Exteriores de los Estados miembros) establezca su Reglamento Interno para ver hasta dónde se alcanza en el camino de la integración real; pero todos los indicios políticos muestran que los Estados miembros tienen un auténtico deseo de que este Mercado Común del Sur haga olvidar las viejas frustraciones de la integración económica latinoamericana que siempre quedó muy lejos de los objetivos inicialmente planteados.

Hay que confiar en que, con este espíritu, el Mercosur se dote lo antes posible de los mecanismos jurídicos, institucionales y presu­puestarios para que sus objetivos se alcancen.